NASA: Plants_to_Feed_This_and_Other_Worlds
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Naomi Seck en el Centro de vuelos espaciales Goddard (15 de junio, 2017).

Plantas para alimentar este y otros mundos.

Helado de astronautas puede ser un regalo exótico para niños, pero para los auténticos exploradores del espacio, una ensalada fresca y crujiente puede, en ocasiones, ser realmente el punto clave.

Y la capacidad de cultivar alimentos en el espacio puede resultar crucial para los viajes de larga duración previstos para las próximas décadas.

El cultivo de plantas en una nave espacial, y algún día en otro planeta, es una empresa complicada.

Pero una erramienta que lo facilita es un abono especialmente formulado, desarrollado hace años con la ayuda de la NASA, que también ha recibido grandes elogios de agricultores en la Tierra.

El fertilizante, creado por Florikan, la empresa con sede en Sarasota, Florida, está recubierto de polímeros que controlan cuándo y qué cantidad de cada ingrediente se libera entre seis meses y un año.

"Tener la capacidad de agregar un fertilizante de liberación controlada, que agrega la cantidad correcta de nutrientes a lo largo del tiempo sin tener que mezclar ni medir productos químicos, lo hace mucho más simple", explica Gioia Massa, jefa del equipo científico Proyecto Veggie en el Centro Espacial Kennedy de la NASA.

El primer gran éxito del equipo, la lechuga romana roja cultivada en la Estación Espacial Internacional en 2015, fue el primer producto cultivado y consumido en el espacio.

Nutrientes a demanda.

El fundador de Florikan, Ed Rosenthal, no esperaba contribuir a cultivar vegetales en el espacio cuando comenzó a desarrollar su premiado fertilizante.

Sencillamente vio una oportunidad para mejorar cómo se suministran los nutrientes a las plantas.

Aún sin tener formación como químico, hacía 2002 Rosenthal había pasado décadas trabajando con fertilizantes y polímeros en Florikan y anteriormente en una compañía que manufacturaba contenedores de plantas basados en polímeros.

"Me pregunté si podría separar cada nutriente según su solubilidad relativa y cuándo era necesitado por la planta", dijo.

Entonces cubriría cada uno con diferentes polímeros con poros de diferentes tamaños para controlar la velocidad con que el agua alcanzaba el nutriente.

De esta forma, pensó, podía crear un fertilizante que proporcionara exactamente la cantidad precisa de cada nutriente en cada estadio preciso de crecimiento.

Los fertilizantes tradicionales son, con frecuencia, aplicados mensualmente y requieren enormes cantidades de fertilizante y numerosa mano de obra para aplicarlos.

Pero Rosenthal sabía que gran parte de ese fertilizante, en realidad, nunca era absorbido por la planta.

Como dijo a un agricultor amigo, "Creo que estás desperdiciando más de los dos tercios de tu nitrógeno: se está yendo directamente a las aguas subterráneas". El nuevo fertilizante liberado por etapas de Florikan podría obtener los mismos resultados con un tercio de fertilizante y solo se necesitaba aplicarlo una vez.

El producto encontró rápidamente un mercado, pero quedaba más trabajo para hacer y en 2004, como recompensa por ganar un premio en ingeniería, Rosenthal obtuvo alguna ayuda de alto nivel de la NASA.

Los asesores de la NASA recomendaron un nuevo enfoque: revestir los nutrientes de un único polímero impermeable, y luego tratarlos con un producto químico para que se abran los poros para la especificaciones exactas requeridas.

Para 2008, Florikan tenía dos patentes, una para el fertilizante de nutrientes liberado por etapas y otra para el polímero envolvente que estaba utilizando.

Pronto Florikan tuvo suficiente negocio para abrir una planta de revestimiento en Florida y, más tarde, una segunda planta. Rosenthal también ha vendido sus patentes al gigante agroindustrial J. R. Simplot Company, que ha introducido la tecnología a través del oeste de los Estados Unidos y en el extranjero, sin embargo Florikan conserva la licencia para manufacturar y vender en 32 estados del este de los Estados Unidos.

Una bendición para el medio ambiente, la principal ventaja del fertilizante de liberación de nutrientes en etapas de Florikan es que los agricultores necesitan usar mucha menos cantidad y con mucha menos frecuencia que las formulaciones tradicionales.

Eso reduce significativamente el impacto ambiental dañino de los residuos de nutrientes, y también significa menos mano de obra y costes más bajos para los agricultores.

El nitrógeno, en particular, se ha relacionado con la proliferación de algas nocivas, que pueden liberar toxinas que dañan, e incluso matan, la fauna marina, incluidos los delfines, los manatíes y las tortugas marinas.

Una de las primeras formulaciones de Florikan, Florikan Nutricote 18-6-8, por su relación de nitrógeno, fosfato y potasio, se diseñó específicamente para plantas ornamentales.

Desde entonces, la compañía ha ampliado sus ofertas, creando mezclas especiales para cítricos y, más recientemente, para la caña de azúcar.

Los clientes de J.R. Simplot incluyen productores a gran escala de viveros y césped en todo el oeste de los Estados Unidos, así como productores de aceite de palma en Indonesia y Malasia. Jeff Roesler, vicepresidente de unidades de negocios especializados, dice que la tecnología destaca dos de los valores fundamentales de Simplot: "el respeto por los recursos y el espíritu de innovación". Y cuando la NASA llamó a Florikan para que le ayudara con su proyecto Veggie, Rosenthal creó una nueva mezcla para plantas con flores, como los tomates que pronto estarán rumbo a la estación espacial.

"Los conocimientos especializados de la NASA nos ayudaron a avanzar nuestro desarrollo por años", enfatiza Rosenthal.

"Nosotros nos alegramos de poder corresponder ". La NASA tiene una larga historia de transferir tecnología al sector privado.

Cada año la publicación de la agencia Spinoff perfila alrededor de 50 tecnologías de la NASA que se transformaron en productos comerciales y servicios, demostrando los amplios beneficios de la inversión norteamericana en su programa espacial.

Spinoff es una publicación del Programa de transferencia de tecnología de la Dirección de la misión de tecnología espacial de la NASA (NASA's Space Technology Mission Directorate).
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Naomi Seck at the Goddard Space Flight Center (June 15, 2017).
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Plants to Feed This — and Other — Worlds.
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Growing plants in a spaceship, and one day on another planet, is a complicated endeavor.
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Nutrients on Demand.
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He just saw an opportunity to improve how nutrients are delivered to plants.
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But Rosenthal knew that much of that fertilizer was never actually absorbed by the plant.
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Soon Florikan had enough business to open a coating facility in Florida, and later a second plant.
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“NASA’s expertise helped us advance our development by years,” Rosenthal emphasizes.
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(https://www.nasa.gov/directorates/spacetech/spinoff/feature/Plants_to_Feed_This_and_Other_Worlds) cc0.

Naomi Seck at the Goddard Space Flight Center (June 15, 2017).

Plants to Feed This — and Other — Worlds.

Astronaut ice cream may be an exotic treat for kids, but for real space explorers, a fresh, crunchy salad could sometimes really hit the spot.

And the ability to grow food in space will prove crucial for longer-duration voyages envisioned over the next decades.

Growing plants in a spaceship, and one day on another planet, is a complicated endeavor.

But one tool making it easier is a specially formulated fertilizer, developed years ago with NASA help, which has also drawn huge accolades from growers on Earth.

The fertilizer, created by Sarasota, Florida-based company Florikan, is coated in polymers that control when and how much of each ingredient is released over six months to a year.

“Having the ability to add a controlled-release fertilizer — which adds the right amount of nutrients over time without any mixing or any chemicals that you have to  measure out — makes it much simpler,” explains Gioia Massa, science team lead for the NASA Veggie project at Kennedy Space Center.

The team’s first major success, red romaine lettuce cultivated on the International Space Station in 2015, was the first produce ever grown and eaten in space.

Nutrients on Demand.

Florikan founder Ed Rosenthal did not expect to help grow vegetables in space when he first began developing his award-winning fertilizer.

He just saw an opportunity to improve how nutrients are delivered to plants.

Although not a chemist by training, by 2002 Rosenthal had spent decades working with fertilizers and polymers at Florikan and before that at a company that manufactured polymer-based plant containers.

“I wondered if I could separate each nutrient based on its relative solubility and when it was needed by the plant,” he says.

Then he would coat each with different polymers with different-sized pores to control the rate at which water reached the nutrient.

That way, he thought, he could create a fertilizer that delivered exactly the right amount of each nutrient at exactly the right stage of growing.

Traditional fertilizers are often applied monthly — requiring huge amounts of fertilizer and a large workforce to apply it.

But Rosenthal knew that much of that fertilizer was never actually absorbed by the plant.

As he told one grower friend, “I believe you’re wasting more than two-thirds of your nitrogen: it’s going straight into the groundwater.”

Florikan’s new staged-release fertilizer would get the same results with a third of the fertilizer, and it only needed to be applied once.

The product quickly found a market, but there was more work to be done, and in 2004, as a prize for winning an engineering award,

Rosenthal got some high-level help from NASA.

The NASA consultants recommended a new approach: coat the nutrients in a single, impervious polymer, and then treat them with a chemical to open up pores to the exact specifications required.

By 2008, Florikan had two patents, one for staged nutrient-release fertilizer and another for the polymer coating it was using.

Soon Florikan had enough business to open a coating facility in Florida, and later a second plant. Rosenthal has also sold his patents to agribusiness giant J. R. Simplot Company, which has introduced the technology across the western United States and overseas, though Florikan retains a license to manufacture and sell it in 32 eastern U.S. States.

A Boon for the Environment,

The key advantage to Florikan’s staged nutrient-release fertilizer is that growers need to use far less of it, far less often than traditional formulations.

That significantly reduces the harmful environmental impact of nutrient runoff, and it also means less labor and lower costs for growers.

Nitrogen, in particular, has been linked to harmful algal blooms, which can release toxins that harm, and even kill, marine wildlife, including dolphins, manatees and sea turtles.

One of Florikan’s early formulations — Florikan Nutricote 18-6-8, for its ratio of nitrogen, phosphate, and potassium — was designed specifically for ornamental plants.

The company has since expanded its offerings, creating special blends for citrus groves and, more recently, sugar cane.

J. R. Simplot’s customers include large-scale nursery and turf growers across the western United States, as well as palm oil growers in Indonesia and Malaysia. Jeff Roesler, vice president for specialty business units, says the technology highlights two of Simplot’s core values: “respect for resources and spirit of innovation.”

And when NASA called Florikan for help with its Veggie project, Rosenthal created a new blend for flowering plants, like the tomatoes next heading up to the space station.

“NASA’s expertise helped us advance our development by years,” Rosenthal emphasizes.

“We were happy to pay it back.”

NASA has a long history of transferring technology to the private sector.

Each year, the agency’s Spinoff publication profiles about 50 NASA technologies that have transformed into commercial products and services, demonstrating the wider benefits of America’s investment in its space program.

Spinoff is a publication of the Technology Transfer Program in NASA’s Space Technology Mission Directorate.